Este post es bastante más largo de lo que os tengo acostumbrados. No obstante, si alguna vez habéis compartido imágenes en redes sociales o en vuestro blog, os pido que leáis este artículo hasta el final. Es un artículo personal, como autora, que escribo yo: Estefi Martínez. Soy Pedrita Parker gracias a la popularidad en redes sociales y creo que es necesario que todos aprendamos ciertas normas de convivencia para la supervivencia de la creatividad. Yo hablaré de imágenes, porque es mi caso concreto, pero todo esto es extrapolable a textos, vídeos, música e incluso tweets. Es decir, es aplicable a cualquier contenido publicado libremente en redes. Los casos concretos y especialmente el apartado número dos de este artículo está basado en mis experiencias personales (sin citar quiénes fueron los que hicieron un mal uso de mi obra), con el único objetivo de que puedan servir de referencia a otros. Espero que después de la lectura, todos seamos un poco más responsables los contenidos que tomamos prestados. Gracias por vuestro tiempo 🙂

PREÁMBULO: ¿POR QUÉ ESTÁS HACIENDO ESTO?

Soy ilustradora y soy plenamente consciente de que puedo vivir de esto gracias a que mi trabajo se ha viralizado a través de las redes sociales. Pero casualmente, también tengo una tesis escrita sobre este tema, así que creo conveniente despejar algunas dudas. Me gustaría precisar, ya que nunca lo he hecho, que cada ilustración que subo es una idea y un trabajo que dejo “libre” en el dominio público: un espacio mágico donde creamos sin límites y sin censura, donde la cultura es libre. Y matizo libre, porque free en inglés significa libre pero también gratis. Y no, mi trabajo, al igual que el tuyo, que estás leyendo este artículo, no es gratis. He invertido un tiempo, unos años de educación, formación y unas herramientas en él que no lo hacen gratuito. Pero soy yo, como autora, la que decido subirlo a Internet para que se comparta libremente dentro del dominio público, sin que tenga ningún coste para el usuario. ¿Mi beneficio? no es económico en ningún caso, pero sí que mi trabajo consigue difusión gratuita y yo, gracias a esta difusión puedo conseguir trabajos remunerados y he desarrollado una marca comercial con mis diseños que me permiten vivir de esto.

Por este motivo, todas mis imágenes que encuentres online, tendrán una firma o una web de referencia. Es más, si has seguido mi trabajo desde el principio, podrás comprobar que he ido incrustando mi firma y/o mi logo más y más cerca de mis imágenes. ¿El motivo? Las tremendas mutilaciones que sufre mi trabajo por aquella gente que no quiere mencionar el autor ni dar crédito a su trabajo y prefiere apropiarse del contenido, llegando a borrar mi firma y poniendo la suya. Querido lector, debes saber si alguna vez has hecho esto, que no debes hacerlo nunca. Ni conmigo ni con nadie. Porque al que sea que le hayas “mutilado” su obra, es como autor de la misma el único poseedor de los derechos de autor de esa imagen, la comparta libremente o no. Y puede alegar que se está haciendo un uso ilícito de su imagen y podéis ir a juicio, tenga su marca registrada o no.

Con esto no quiero meteros miedo, ni pretendo que dejéis de compartir las imágenes, frases o contenidos que os gusten. De hecho, el objetivo de este artículo es animaros a hacer  todo lo contrario, por eso os ruego que leáis hasta el final. Cuando me han ocurrido cosas así de deprimentes y de frustrantes (trabajos mutilados, con marcas incrustadas, sin cita, con firma borrada…) curiosamente siempre ha venido de grandes marcas, de páginas con muchos más seguidores que yo. Gente que podría haberme dado cierta reputación social pero que en lugar de eso han decidido atribuirse ellos el mérito. Pero curiosamente, el usuario “de a pie” es tremendamente educado y me suele preguntar por privado si puede o no puede compartir una imagen mía. Y que quiere hacerlo porque le encanta mi trabajo.

Para todos ellos, que sé que tienen o han tenido dudas en algún momento, espero que esta guía les sea útil. También soy consciente de que muchas de las páginas con muchos seguidores han conseguido estos seguidores gracias al trabajo ajeno. Y es trabajo de todos denunciarlo y mencionar y si nos es posible, avisar al autor, de que dichas páginas están beneficiándose a su costa.

Hay mucho texto, lo sé, pero había mucho que decir. Así que lo he dividido en dos partes. Una primera para usuarios que tengan dudas generales de cómo compartir contenidos, y una segunda parte proponiendo opciones para llegar a un entendimiento con el autor, si ya se ha producido un uso inadecuado de su obra.

PARTE I. ME GUSTA TU TRABAJO, ¿PUEDO COMPARTIRLO?

SÍ, MI TRABAJO PUEDE COMPARTIRSE LIBREMENTE, NO GRATUITAMENTE.  Es decir, permito la apropiación de mi obra bajo unas condiciones concretas. Estas condiciones no las he dictado yo, sino un abogado llamado Lawrence Lessig con su formulación de Creative Commons. Probablemente la del resto de autores sean muy parecidas, pero hay algunos autores más restrictivos con su trabajo. Lo ideal, si hay dudas, es que contactes directamente con el autor antes de publicar nada. No obstante, estos puntos pueden servirte de referencia:

1. Reconocimiento o atribución. ¿Te acuerdas cuando realizabas un trabajo para el colegio y tenías que citar al autor cuando citabas sus palabras textualmente?. Aquí ocurre lo mismo y en cualquier contenido se aplica el derecho a cita. Si te gusta una imagen, puedes compartirla libremente donde quieras, pero siempre y cuando se mencione al autor. El material creado por un artista puede ser distribuido, copiado y exhibido por terceras personas si se muestra en los créditos. Se trata únicamente de dar crédito, es ser honesto con uno mismo y educado y respetuoso con el trabajo de los demás. Ese trabajo estará vinculado seguramente a una web o a una cuenta de Twitter, Instagram, Facebook… No cuesta nada citar y mencionar esa cuenta. Para mi, una marca o alguien influyente que tiene cierta repercusión mediática y se atribuye el trabajo de otros no es honesta consigo misma ni merece mi respeto, ya que creo que se aprovecha de la creatividad de otros más pequeños en su propio beneficio.

CONSEJO IMPORTANTE: Muchas veces me han puesto de excusa que no han podido citarme porque desconocían que la obra era mía o se la encontraron ya mutilada. Es muy fácil buscar quien es el autor. Basta con poner en Google las primeras palabras de la frase, si es un texto. Y si es una imagen, basta con arrastar la imagen (aunque esté mutilada) a Google Images (a la barra del buscador). Encontrará imágenes similares. Si alguna vez tienes dudas de la autoría, puedes probar alguno de estos trucos y suelen dar resultados.

googleimages

Google

2. Sin Obra Derivada. El autor ha creado una ilustración o un texto porque lo quiere compartir así. Es su obra y, si te gusta, ¿por qué borrarle la firma o cambiarle el tipo de letra o cortar su ilustración por la mitad?. Si además resulta que tienes más seguidores que el propio autor, esa “mutilación” de su obra va a ser más conocida que la suya propia. Si lo admiras y te ha gustado lo que ha creado ¿por qué modificar una obra para perjudicar al autor?. No tiene sentido. Si te gusta lo que alguien hace, compártelo tal y como él lo hace en sus redes, no lo modifiques. Es la mejor manera de que pueda seguir haciendo su trabajo y consiga la reputación social que se merece. Piensa que en el mundo digital no ha límites para el número de copias que puede llegar a tener un trabajo, antes un “casete” grabado se rallaba y se acabó la copia. Ahora una pieza modificada y mutilada de un autor puede ser transformado y compartido indefinidamente sin que pierda calidad, perjudicándole durante mucho tiempo.

3. Uso no comercial. No, no puedes ni debes coger una imagen y hacer una taza o una camiseta si el diseño no es tuyo. Primero, porque está protegida por derechos de autor y te puedes meter en un lío y segundo (a nivel más moral) porque no demuestra respeto hacia el verdadero autor. Respeta el trabajo de otros. Que esté en Internet y la puedas descargar gratis no implica que puedas hacer un uso comercial en tu beneficio de esa obra. El material original y los trabajos derivados pueden ser distribuidos, copiados y exhibido, siempre y cuando su uso no sea comercial.

4. Compartir igual. Si un artista ha decidido compartir su trabajo online y ponerlo a disposición de los usuarios en el dominio público, lo más seguro es que no le importe en absoluto que lo compartas, siempre y cuando sea bajo la misma licencia de Creative Commons que él, como único autor, aplica a la obra. Es decir, que si un autor pide que hagas un uso no comercial, le reconozcas en los créditos y no mutiles su obra, puedes sin ningún problema coger esa imagen y ponerla en una presentación en tu trabajo o usar sus imágenes para practicar las tuyas propias si eres un estudiante de Bellas Artes, por ejemplo. ¿Y por qué este uso es lícito? Pues porque no estás incumpliendo ninguna norma: el uso no es comercial, sino educativo, y la obra no ha sido modificada y atribuyes la autoría al autor original.

Para ilustrar estos tres últimos puntos, os dejo un caso que me ocurrió recientemente donde casualmente un cliente (no el que lo publicó) sí pagó por la realización de esta ilustración. Y me pagó también un extra para que la difundiese en mis redes. Sin embargo, una página con más de un millón de seguidores (de abogados, además), se entretuvo en borrar mi logo, mi firma e incrustar un mensaje que sin duda le redirigió muchísimo tráfico a su página. Sin gastarse un duro. ¿Creéis de verdad que esto no perjudica a los autores? ¿creéis que una marca se interesaría por contratarme si puede conseguir el mismo impacto robándole la imagen a un autor e incrustándole su logo?

Abogada2 Abogada

MI TRABAJO ORIGINAL:

Abogada3

Quizá pienses que todo esto es una tontería. Pero si te gusta un autor y no le das crédito, o mutilas su obra borrándole la firma o haciendo una modificación, ese autor no podrá seguir probablemente trabajando de eso, puesto que el resto de usuarios desconocerán a quién atribuirle el mérito de la popularidad de la obra y perderá oportunidades de conseguir trabajos remunerados. Y como nunca tendrá el mérito reconocido por su trabajo, se acabaron sus ilustraciones “libres” en Internet que tanto te gustaba compartir en tus redes sociales y que él probablemente sólo compartía para poder darse a conocer. Así que, aunque creas que no es para nada perjudicial lo que haces, lo cierto es que estás matando poco a poco a este autor en redes y quizá, hasta su creatividad (créeme, también agota el ir persiguiendo a usuarios que firman tu trabajo en tu nombre). ¿No crees que es una pena que ahora que Internet nos hace un poco más libres y podemos dar alas a nuestra creatividad, seamos tan egoístas o tan envidiosos del talento de otros que necesitemos cortarnos las alas los unos a los otros para demostrar nuestra valía?

PARTE II. ¡UPS! LA HE CAGADO Y HE COMPARTIDO UNA IMAGEN QUE NO ES MÍA. ¡Y EL AUTOR ME HA PILLADO! ¿QUÉ HAGO?

Entendemos que nadie actúa de mala fe. Hay mucho desconocimiento sobre cómo se deben compartir contenidos y es normal que, sin ningún tipo de maldad, podamos compartir un contenido sin citar por desconocimiento del autor, porque nos lo hemos encontrado en otra red social o incluso que lo modifiquemos porque creíamos que ese contenido podía ser modificado por cualquiera.

Ahora que ya sabemos que no es así, ¿cómo podemos arreglar que el daño (moral y sobre todo en términos de difusión de su obra) que le hemos hecho al autor?. He aquí mis consejos o “protocolo” a seguir:

  1. Si el autor nos contacta en público o en privado y reclama su imagen (a veces no es el autor, sino los fans del autor) pedid disculpas y rectificar. En serio, es muy fácil y por norma general los que creamos contenidos en Internet somos gente pacífica con la que se puede hablar 😉
  2. Para enmendar tu error, lo ideal sería retirarla, tanto si la imagen acaba de ser subida como si no y subir inmediatamente en una nueva publicación la imagen original, pidiendo de nuevo disculpas, mencionando al autor y con enlace directo a su perfil en esa red social y, en el caso de que no lo tuviese, añadiendo su web o blog.
  3. Si el daño hecho al autor es muy grave, ya que tienes un gran número de seguidores y la imagen ha sido ampliamente difundida sin el consentimiento del autor, o estaba gravemente deformada, o tenía una marca incrustada sin consentimiento del autor… En cualquiera de estos casos, además de realizar lo mencionado anteriormente, deberíais llegar a un acuerdo entre ambas partes. Quizá en recompensa por tu mal hacer, deberías ofrecerle algún tipo de intercambio para compensarle redirigiendo tráfico a su web. Por ejemplo, podéis crear un sorteo juntos, o publicar una ilustración patrocinada por dicho autor para tu marca, según el caso. En definitiva, si no lo has hecho de mala fe y realmente admiras su trabajo, intenta devolverle ese tráfico de alguna manera para compensar tu desconocimiento. Recuerda que siempre puede llegarse a un entendimiento sea fructífero para ambas partes. El autor te lo agradecerá enormemente y quizá sea el comienzo de una bonita colaboración en redes que os traiga beneficios a los dos.

ANEXO A PARTE II. SOLUCIONES QUE NO SIRVEN DE NADA

Básicamente, estas soluciones, por sí solas, no sirven de nada. En Internet olvidamos lo que vimos hace dos días. Así que, a los que hacen un mal uso de las imágenes en Internet, sobre todo si tienen un gran número de seguidores, les es muy útil atajar la polémica de un hachazo con alguna de estas excusas:

  1. “Ya te he citado” /”Ya te he etiquetado”. Casi siempre, el autor “pillará” su obra sin citar y/o modificada en otra página mucho más tarde de que se haya publicado. Es decir, cuando esa página ya ha conseguido todo el tráfico que quería conseguir. Si la imagen lleva varias horas publicada, sobra decir que ya ni siquiera aparecerá en los feeds, así que al autor no va a conseguir nada de tráfico y/o reputación social/mediática si ahora lo etiquetan en esa publicación o lo citan con enlace directo a su perfil en el texto de abajo de dicha publicación.
  2. “Ya he borrado la imagen”. Mismo caso que arriba, ya que si la imagen del autor ha sido modificada, plagiada y subida a otro perfil y dicha publicación ha permanecido activa durante horas e incluso días, no importa si se borra. No importa porque usuarios ya habrán compartido esa imagen, hecho capturas de pantalla y en ningún sitio se ha mencionado al autor. El daño ya está hecho, ya has conseguido tráfico y seguidores a costa del trabajo de otro al que ni siquiera has mencionado. El borrar la imagen no soluciona absolutamente nada.
  3. “Ya no puedo citarte o no puedo borrar mi firma de tu imagen, porque no me permite editar el contenido”. Vale, completamente comprensible. Si has puesto una publicación, entiendo que no puedas volver a subir la imagen pero ¿no es más fácil que si quieres arreglar las cosas subas ahora la imagen original mía y me cites?. Normalmente ni siquiera intentan hacer más allá de esto.
  4. “Ya te he pedido disculpas ¿qué más quieres?”. Por todo lo que he mencionado arriba, creo que todos estamos de acuerdo en que si es alguien con cierta repercusión social, unas simples disculpas no bastan.

A mí me han dado todas estas excusas (y más de una vez) cuando se ha manipulado mi contenido o no se me ha citado. Ninguna de estas cuatro acciones sirven de nada por sí mismas. El autor no tiene el reconocimiento que se merece en ningún caso, la página y/o blog en cuestión ha conseguido la repercusión, el tráfico y los seguidores que necesitaba y además ha borrado de su historial una polémica que le acusa de prácticamente “robar” contenido sin consentimiento de otros autores y que le da a la página (sobre todo si representa a una marca) una malísima reputación. Por desgracia, en la mayoría de los casos, la página con mayor reputación sale ganando y el autor perdiendo. Esto también se debe a que los seguidores de ambas páginas pueden comenzar a comentar y, en ocasiones y por desconocimiento (no siempre pasa ¿eh? que yo tengo unos seguidores-espartanos que son la caña), suelen apoyar al que tiene mayor número de seguidores creyendo que está en lo correcto cuando no lo está, de modo que el autor se acobarda y decide no tomar medidas ni pasar a mayores.

A MODO DE CIERRE

Todos somos aprendices, todos estamos empezando, así que compartid vuestro talento. Ponedlo ahí fuera, ahora que podemos. No tengáis miedo a compartir, ni a crear, ni a copiar si estáis empezando a desarrollar una actividad y os estáis inspirando en alguien concreto, no hay mejor manera que empezar copiando hasta desarrollar un estilo. Porque todo conocimiento se construye sobre otro anterior. Y por ello, me gustaría terminar con una cita, extraída de Remix (2008) de Lawrence Lessig, donde comenta que cuando apareció el fonógrafo la gente pensaba que se iba a acabar la música porque los aficionados ya no cantarían nunca más en las puertas de sus casas, y para ellos ser un aficionado era un don, un talento, una virtud: “No porque produjese grandes piezas musicales, sino porque producía una cultura musical: un amor y una apreciación compartida por la música que se re-creaba. Un respeto por la música que sonaba y una conexión con la cultura democrática” (traducción propia)[1]

Toda la cultura, en cualquier sitio, solo puede crearse si se comparte.  Si antes se escuchaba a los jóvenes cantando en la puerta de la casa las viejas canciones que se pasaban de generación en generación, ahora esos mismos jóvenes establecen conversaciones creativas de manera virtual a través de sus muros enlazando canciones, ilustraciones y textos que le son afines por alguna razón. Compartimos y creamos más que nunca gracias a que Internet hace que vivamos en una cultura un poco más democrática y participativa, donde además cualquier aficionado con talento puede ser reconocido gracias a la comunidad. No condenes al fracaso a los autores por desconocer unas normas básicas de compartir contenidos online. No la modifiques sin consentimiento previo del autor. No la uses en tu propio beneficio si no es tu obra. Seamos responsables con los contenidos. Seamos respetuosos con los creadores.

 

[1] TEXTO ORIGINAL“Amateurism was a virtue-not because it produced great music, but because it produced a musical culture: a love for, and an appreciation of, the music he re-created, a respect for the music he played, and hence a connection to a democratic culture”. LESSIG, L. (2008): Remix. Pág.27.